(Por Nicanor Olivetto) - Luego de la derrota de los Pumas ante Nueva Zelanda por 33 a 10, en el partido de cuartos de final, el semblante de los argentinos oscilaba entre la amargura y la tranquilidad. Es que el duro planteo que el equipo de Santiago Phelan ofreció a los All Blacks dejó buenas señales a futuro más allá del resultado final, que ciertamente no se condijo con las acciones que se vieron en la cancha. Más aun si se tiene en cuenta que el próximo año se disputará el Torneo de las Cuatro Naciones, en el que, junto a los de celeste y blanco, no sólo participarán los de negro sino que también lo harán las otras selecciones poderosas del Hemisferio Sur: Australia y Sudáfrica.
El balance del Mundial 2011 no podría ser mejor. De antemano, Argentina sufrió la baja por lesión de Juan Martín Hernández, uno de los mejores jugadores del mundo y el más influyente del plantel, sin dudas. Sumado a esto, la selección llegó al certamen en pleno período de transición. Jugadores históricos como Ignacio Corleto, Manuel Contepomi, Ignacio Fernández Lobbe, Gonzalo Longo, Lucas Ostiglia y el mismísimo Agustín Pichot ya no formaban parte de un equipo que tuvo que disputar el torneo más importante con una generación nueva, la de los Nicolás Vergallo, Santiago Fernández, Martín Rodríguez Gurruchaga, Lucas González y Juan Imhoff, entre otros. Y como si esto fuera poco, en plena competencia se perdieron titulares que a esta altura son referentes, tales son los casos de Juan Fernández Lobbe y Gonzalo Tiesi.
Ante ese panorama, la actuación que pudieran tener los Pumas no generaba muchas expectativas y dejaba incertidumbre. Claro, la necesidad (casi obligación) de confirmar la buena performance del 2007 ponía a prueba cualquier tipo de teoría que asegurara que Argentina estaba a la altura de las principales potencias o al menos del nivel de los mejores conjuntos del Hemisferio Norte, los que disputan el Torneo de las Seis Naciones. Contrariamente a los prejuicios, los Pumas volvieron a mostrar ese plus que a nivel internacional sólo es privilegio de ellos y al que todavía no le han encontrado explicación ni los más reconocidos analistas de este deporte: el corazón.
Fue así como, alternando entre el buen nivel y el desorden, se pasó la primera ronda en el segundo puesto del Grupo B, detrás de Inglaterra, rival al que los Pumas merecieron ganarle en un partido que se escapó sobre el final. El próximo adversario era nada menos que Nueva Zelanda, con sus figuras más que calificadas, su Haka y la influencia de la localía. Rompiendo con todos los pronósticos, circunstancia a la que está acostumbrado, el equipo nacional, sabiéndose inferior, fue puro tackle y jugó a encontrar el error de los contrarios.
Hasta donde aguantó, Argentina no dejó que los neocelandeses llegaran al try durante todo el primer tiempo. Y más: llegaron a estar arriba en el marcador luego de una conquista de Julio Farías que comenzó con una buena arremetida de Leonardo Senatore, el octavo, desde la base de un scrum en la mitad de la cancha. De todos modos, la inevitable reiteración de infracciones cuando se juega tanto sin la pelota, sumada a la puntería de Piri Weepu en los envíos a los postes, hicieron que los All Blacks estuvieran arriba en el tanteador durante el resto del partido. En el segundo tiempo, con el desgaste físico consumado y cuando los Pumas se vieron obligados arriesgar, el mejor equipo del mundo llegó dos veces al ingoal.
Los elogios de los medios locales hacia los argentinos, durante los días posteriores, se encargaron de hacer el análisis. Si había algún tipo de duda acerca del nivel de la selección, los propios jugadores la disiparon. El rugby nacional, con todos sus problemas, avances y retrocesos en su búsqueda ambigua de un profesionalismo que existe a medias, tiene recambio. Estos jugadores, ya fogueados, jugarán el año que viene ante los rivales más poderosos. El Torneo de las Cuatro Naciones es casi una realidad. Las señales en el horizonte son más que alentadoras. Dentro de algunos años y con algunas ediciones disputadas ¿estarán los Pumas a la altura de las grandes potencias?
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